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Vuestros azules

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Hasta que seas azul ya ha cumplido un año. Porque me gusta pensar y saborear lo que nos sucede en forma de procesos, Hasta que seas azul no le ha dado tan solo una vuelta al calendario, sino que en él contiene todo un tiempo: un antes, un ahora y un después.  A veces pienso que siempre estuvo ahí. Ahora es vuestro, nuestro para siempre. Ahora existe, estará ahí, y quizás sea un lugar donde volver, con el que abrigarnos. Hoy pienso en el azul como el color abanderado de una búsqueda de un hábitat en el que nos autorizamos a sentir y a amar, una alfombra azul en la que caer y levantarse, una casa azul con la que soñar. Quizás porque hay diferentes azules y que el azul está lleno de colores es importante mantenerlo vivo. Buscar el azul, vivirlo, es una aventura, un reto que nos hace querer crecer y crecer juntos. Os puedo confirmar que lo más bonito del azul sois vosotros. Porque lo habéis dejado entrar, lo habéis escuchado y explorado. Hasta que seas azul toma sentido cuando más allá de

Hasta que seas azul

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  Hoy es uno de los días más más más especiales de mi vida. Lo es por lo que os anuncio y, aún más, por poder compartirlo con vosotros. Tengo el enorme placer de presentaros, Hasta que seas azul, mi primer poemario. Estoy muy emocionada y entusiasmada. Una escribe poesía, pero luego en los momentos más importantes no es capaz de nombrar más allá la belleza de las cosas. Sois muchos a los que debo dar las gracias. A todos quienes habéis formado o formáis parte de mi vida, a todos los que me rodeáis de más cerca o más lejos, de una manera u otra. Y a aquellos –se reconocerán- que creyeron en mí antes que yo y sus intentos por empujarme a que este libro naciera. Funcionó. A Clara, María, Ana, María y a mi hermana Desi, por sus cálidas relecturas. A Débora, por entender mis ideas y por sus pinceladas azules para esta preciosa portada. A Zoé, por la complicada foto de la solapa. Y a Marine, por acoger el azul. Por supuesto, a Hilatura Editorial, a Sara y Débora, por hacer este poe

Inalcanzable

Quería alcanzar la nube tocar y tocar la nube saborear la nube cuidar la nube recrearse en la nube. La nube que le ofrecía. Quería abrazar la nube coger la nube vivir la nube deleitarse siempre en esa nube oler y oler la nube crecer en la nube La nube que le ofrecía. Quería preservar la nube contener un poco de la nube guardar la nube. La nube que ella podía ver.   Y podía subirse a la nube saborearla tocarla vivirla extenderla abrazarla jugarla acercarla cuidarla…   La nube que le ofrecía. La nube que ella podía ver.   Pero nunca la podía alcanzar. La nube no se podía guardar. Por eso la quería. Por inalcanzable. Por libre. Por inabarcable.   Por libre.                             Por libre.                                                                                    Por libre.

En stock

Fue un beso no dicho, el primero. Fueron muchos, muchos besos   – sin tan siquiera saberlo – Fue un beso esperado, un beso tímido, en mitad del pánico del primer beso.   Un beso en la mejilla, en el cuello, en el pecho, en el hombro, en la sonrisa: en cualquier parte de tu cuerpo. Un beso a escondidas. Un beso robado, de ensueño. Un beso de esos mágicos, que cortan el tiempo.   Muchos besos con los ojos cerrados, de reencuentro; besos entrenados y extranjeros.   Fue un beso, muchos besos leídos – entre tanto echarte de menos –   Un beso de agradecimiento, de recompensa, un beso loco, pícaro, tierno. Un beso del primer tipo, segundo, tercero – de esos que solo tú y yo conocemos – Y del cuarto tipo – de esos… de no detenernos –   Fueron muchos, muchos besos, y ahora que no podemos, apuro el recuerdo, y aún he encontrado restos de tus besos en mi labio  superior.

Los anti-cuerpos

La proximidad se vuelve un abismo que evitar a toda costa para guardarnos cerca Y a salvo; Y hemos decidido ser desertores de presencia Y sin embargo impediremos que peligre el amor . A veces ya no estoy segura de nada, pero entonces me miras con las gafas empañadas contando que aún debajo de la máscara respiramos Y seguimos vivos mientras dura esta tormenta que nos pilló desprevenidos Y tan ausentes. Tanta ansiedad Tanta incertidumbre Y yo entretenida con esta maniobra mía de querer enredarte tan solo con la voz Pero lo sabes. Llegará el momento en el que pasemos pantalla Y yo estaré del otro lado. Esperando. Todavía apretada, pero con dos manos libres Y la boca desnuda Y mi cuerpo presente defendiendo nuestros lugares comunes, impidiendo que peligre el amor Y ya no más agazapada en los m2 que me corresponden a día de hoy.   No lo supimos ver cuando estábamos tan cerca Y ahora puede que envejezcamos más rápido con el tacto congelado

A ti que conoces el dolor

Me duele saberte tan indemne me duele tu pensamiento de hierro me duele el humo de tu piel me duelen tus comparaciones me duele tu traición a mi entrega me duele tu recuerdo – sin saber todavía si eres solo recuerdo – Me duele tu falta de elegancia justo cuando más la necesitaste me duele la fragilidad de tu integridad me duele tu exceso de autoestima y tu arrogancia me duelen tus gestos al verme – yo que me siento mucho menos indemne que tú – Me duele el placer del que nos privaste me duele el último beso que no te permití – porque, claro, yo no sabía que sería el último – Me duele la tenacidad de tus ideas me duele lo innegociable de tus conclusiones me duele que pensaras en mi lugar me duele el insomnio que me desvelaste me duele lo que dejaste que se me agarrase al pecho y aún me duele más haberlo permitido. Me duele reconocer ahora en tu mirada libre de furia mi recuerdo – es tarde para echarme de menos – Me duele lo drástico de tu miedo. Te absuelvo hablándote de la honestidad qu

Ya no sé qué hacer con tu recuerdo

 Si de repente un día nos topamos por la calle  imagino que me saldría del pecho soltarte: no sé si me alegro de verte y, al mismo tiempo, no he dejado de buscarte... Y sobre lo que te digo, cuando por fin te encuentro de nuevo, cada noche cambio de opinión.

Sal

 No sé cómo sacaré tus besos de mi boca, yo no puedo tenerte por mucho que quiera besarte la risa y la edad.   Tú puedes quedarte mi juventud en tu calendario y recordarme como alguien que quiso besarte la sed y la sal.   Tú sabrás cómo sacar mis besos de tu boca y recordarme, recordarme                     como alguien más.

Sin miedo

Me has incendiado el pensamiento y hay un lugar en tu pecho en el que me escondo  y dejo de dudar. Cerca de tu cama, pierdo la desnudez y me quedo sin ropa y me aproximo a cualquier parte de tu cuerpo para decirte con el corazón temblando tengo miedo, pero me atrevo.

De mutuo acuerdo

Puedo ser la mano que recoloque tu pelo del viento, que repose un dedo en tu labio, que recoja en su palma tu mejilla y tu consuelo. Puedo ser la mano que te recuerde tu confianza hacia dentro, resuelva tus suspiros, y también, retome posiciones y reproche alguno de tus gestos. Puedo ser la mano que revolucione su calma y recorra jugando tu pecho, recupere tu cintura de paseo, rectifique asustada su osadía y entonces restrinja su verbo. Puedo ser la mano que reconozca tu deseo y requiera a su vez de tu mano sin freno.

Final feliz

Yo te quería para toda la vida, pero ahora maldigo el amor que no perdura y le perdono por la existencia que a su vez me devuelve. Yo te quería para toda la vida pero ahora admiro también el amor que no perdura y te regalo la supervivencia que se me quedó entre los dientes. Yo te quería para toda la vida, siendo parte de la vida -no más, solo eso- la valentía de recordar igualmente lo que perece.

Una nueva vida

Nos está esperando la vida. La fruta del pueblo, el rodeo a un río bajo el sol los árboles con sus pájaros la primavera y sus flores – pienso en el olor a azahar – La comida de la memoria de nuestros padres, el café con los amigos – más charla que café – El jaleo de los parques, los paisajes infinitos, el temblor de las primeras citas – todo serán primeras citas – El mar con su sal, la belleza de los afueras, los besos sin cortesía, los perfumes. El odio a nuestras rutinas, la prisa del tiempo – una nueva prisa – Los vestidos de verano, las playas y los pinos, el agua fresca. El amor  – qué decir del amor – que estará desatado. Las colas para un concierto, la desnudez en los teatros, las madrugadas de vuelta a casa, la cotidianidad de los comercios del barrio, – incluso las necesidades superfluas – Los cumpleaños, las fiestas – todas las bodas aplazadas – Los paseos y las conversaciones cara a cara, el cons

Mi última referencia del mundo anterior

No sé si quiero conocer lo que serás. Te siento con prisa y no me agrada. Desconozco lo que habrás encontrado después de mí. Después de ti: volví yo. Y aquí sigo. Me quedé en esta gran habitación con puertas en la que convivo con mi privacidad y en la que me siento a salvo, como te conté. Quisiera saber de dónde nacen ahora los hábitos que antes no tenías. Has debido de encontrar algún interés. Ahora que nos limitamos a mirar entre los alrededores de nuestros espacios, me cuesta recordarte conmigo. Me está costando imaginar y recordar cosas. Y tú eres mi última referencia del mundo anterior. No sé si mi mente te ha preferido difuminar o es el efecto de convivir únicamente con mi rostro, del que además había olvidado su edad y juventud. Tengo celos de tu presencia online en la que no cuento. Te imagino escribiendo con otra historia y   me llueve encima... Yo aún llevo dolor en las ojeras. Y sin estar a mi lado y sin poder recordarte, porque me cuesta, siento dificultad

Todo estuvo en sus ojos

Lo más bonito que recuerdo de ti son tus ojos. Tu mirada coqueta de ojos grandes, esperando mi reacción. El recuerdo que me llevo de ti es todo lo que no supe ver de cuanto tú ya no me mirabas.

Nuestro peludo

Yo no sabía dónde estaría cuando él se fuese. Quizás él siempre supo dónde estaba yo. Prometíamos que volveríamos cada vez. Cada vez son muchas veces. Hasta que él se durmió. Llevándose mitad de mi vida y mis recuerdos. Se nos desgarró el alma e incluso la piel nos lloraba por dentro. Se durmió. Se llevó nuestros recuerdos. Pero quien deja ausencia siempre permanece vivo.

La vida

Puede que ya no sea la misma, que lleve dolor en el rostro, que se me note nostalgia hacia casi todo al hablar. Dudo sobre mi tiempo. Puede que ya no sea la misma. Me lavo la cara y se me seca la edad entre dos arrugas.

El médico me ha dicho

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No te olvides de respirar. Llena tus pulmones de aire lentamente. Ahora suelta el aire poco a poco. Cuenta hasta tres. Y vuelve a repetirlo. Respira. Coge el aire. Uno, dos, tres... Llénate de aire. Sácalo. Cuenta tres. Respira. Repite. Inspira. Espira. Aire. Aire. Vuelve. Vence. Respira. Quédate.

Pacto de color

Tu sangre es de color púrpura, dueles cuando eres ausencia, te vas por un momento, eres otra y desobedeces mi sueño. Tus ojos son marrón cerezo, miras a la vida hacia dentro y hacia afuera, soplan tus pestañas, tus deseos; y unas veces creas futuro y otras, quedas atrapada, y yo salvo tu sueño. Con un poco de mi púrpura y mi cerezo. Otras, tantas veces, cuando te vas el púrpura se vuelve sangre el cerezo endulza una mirada y quedan en blanco estos versos.

Volcán

Volcán de ira, márchate despacio, a escondidas, sin dejarnos fuego. Volcán de ira,  de rabia, de prisas   y de ruegos.    

Cuando puedas

Necesito que me digas que el sueño se despertará de buena mañana, que las olas bailarán conmigo, con mis piernas buenas con tu sonrisa armada. Necesito que me digas que nuestra costumbre será una fiesta. Mi travesura: tu almohada. Tu afán: mi meta. Necesito que me lo digas, que no repares en palabras. Necesito algo, un olvido, una promesa. Solo inténtalo, tocarme de esa manera. Y cuando así el sueño despierte y yo tocarlo pueda, te llevaré a bailar conmigo y con mis piernas buenas.

Cosas azules

Quiero que seamos azul como una ola un beso de invierno y la nieve. Como un suspiro acallado tu pecho desnudo y el equilibrio un swing en una gota, el océano y el horizonte. Que seamos una casa azul como un recién nacido y un perdón. Azul como el tiempo y la quietud nuestra edad y la luz y las aves, como una manada de besos. En definitiva, cosas azules.

Día ladrón

Como si no fuera mío un día se escapa. Fuera de esta prisión aquellos colores ya no me pertenecen. Y lo siento cada vez que rehago mi piel en cada esquina vuestra, sin ser mía.

El amor no es una ciencia exacta

No me basta con fórmulas ya prescritas y respuestas sigilosas en aras de rutina y sobre sinceridad a medias, porque podría volverme marea que arrastre la arena seca. No me basta con previsiones certeras que desconocen lo que nos atravesará en cada momento, al igual que no se puede prever los días de lluvia (fina). Porque la vida no es precisa, ni concreta. La vida también es estallar a carcajadas, morirse en un silencio, hundirse en un requiebro, renacer de un agujero, encogerse de forma acorazada y ponerse por montera el mundo entero. Lo que quiero decir  es que  podría agarrarme de cualquiera de tus lágrimas para subir hasta el cielo y encontrar la nube  que  lleve tu ola . Que no necesito contar de tu cuerpo los lunares para querer beberme a tragos tu universo; ni saber: cuánto pesa tu mochila cuánto llevas esperando o cuánto te hirieron. Porque podría también volverme aire que llenara los vacíos de todos tus d

Bruselas sin ti

Bruselas sin ti es más fea que nunca y su gris hace envejecer tres veces más rápido mis recuerdos. Las calles parecen guardar secretos que todavía no nos hemos contado y empiezo a dudar si alguna vez nos hemos besado en la Grand Place. Me gusta pensar que tus ojos curiosean -como curiosean siempre- el efecto de tu ausencia en mí e intento sonreír cuantas veces puedo. Entonces, para contrarrestar la pena se prevé que dos de cada tres días la ciudad llorará lágrimas finas -de esa lluvia que no moja del todo pero molesta- y yo sé que ella lo hace por ti, y por mí. Me acuerdo de tu fuerte respiración que ahora no me sopla, ni me salva, ni desespera a mi insomnio; y me envuelven las sábanas en una pesadilla de la que no quiero saber más. Porque al décimo día ya no sé si podré recordar cómo hacían tus intrépidas pestañas sacudiendo todo este polvo en mis mejillas; no habrá rastro de tu nariz en mis cristales; ni se empañarán mis gafas con algún beso invern

Vuela

Los hombres tienden a cerrar sus caminos, sus fronteras, así que tú vuela, vuela, y solo hay dos caminos para poder volar: por agua y por aire, a través del cielo y el mar. Pero cómo ha de hacer si a pesar del vuelo le pesa la condena del deseo de regresar, aunque el suyo no sea. Pero cómo ha de hacer si le pesan los planes que le trazan para cuando regrese, para que vuelva. Nadie puede saber adónde van los pasos. Entonces, ¿por qué nos pesan? Si son sólo huellas lo que dejan de cuanto nos pasa, ¿a dónde vuelas? Yo solo invento caminos buscando casa. Yo no soy de quienes se preguntan cuál es su lugar sino de averiguar dónde tiene el suyo el propio mundo. ¿Cuáles son los lugares del futuro? Yo soy hija de exiliados de una lucha a la que siempre vuelven, y comparto también el dolor de los que se quedan. Porque el que se va, aunque no lo sepa, aunque no quiera, caerá cautivo en la trampa de la tierra a la que deja. Sin embargo

Desasosiego

Sosegado, un hombre camina en paralelo a las vías de un tren siguiendo meticulosamente su línea recta. No le asusta perderlo, porque no lo busca. No le pesa el equipaje, porque viaja sólo con lo puesto. Nada altera su paso, porque no tiene prisa. Camina de espaldas a su encuentro; aguardando a que el mismo tren, al que ni siquiera espera, le atraviese por unos segundos la paz que ya ta(n)mpoco le compensa. El viento le golpea la espalda, le sacude la ropa, pero no lo empuja. Todo sobrevive. Y el señor le pregunta, siempre a la misma hora, la misma duda pero el viento hasta que no pasa el tren, nunca responde, sólo susurra.

Cuando tenga un trabajo fijo

Cuando tenga un trabajo fijo, prometo que renovaré toda mi ropa interior, guardaré en un cajón mis camisas "bohemias", dejaré de ponerme la chaqueta vaquera de cuando tenía 16 años, por mucho que la defienda como vintage , y me compraré un pijama sexy; iré a un peluquero bueno, pagaré visitas puntuales al dentista, te invitaré al cine e incluso a la ópera -que sé que nunca has estado- y, al menos dos veces al mes, te descubriré algún restaurante que no conozcas y, por supuesto, pagaré yo. Cuando tenga un trabajo fijo, presumiré de normalidad y rutina ante tus padres... en las cenas de Navidad nunca llevaré a la mesa más de un plato a la vez, para que nunca se me note que en algún momento de mi vida fui camarera y con tu familia sólo hablaré de mi trabajo, -aunque me vaya mal y no me guste- pero para que todos sepan, que ya tengo un trabajo fijo. Y entonces, llevaré reloj para sentir todavía más que ya tengo horarios; utilizaré la agenda p

Mi refugio

Tu ausencia es un agujero en mi cama. El precipicio erótico del deseo desnudo y salvajemente fuerte de mi sexo, mis manos y todo mi tacto. La caída de mi fuego inútil, privado de espacio donde arder con la llama y la mujer que eres tú.

El olor del viento Norte

Estando recién llegado, dime, de quién, de qué, de dónde, voy a beber aquí. Las nubes a qué huelen, la gente hacia dónde vuela y en qué copa te esconderás, me hundiré, nos beberemos. Yo vengo de un lugar lleno de horizontes de olores según la dirección de los vientos, de todos. Yo de otro, no quiero, no bebo, no huelo. Pero si tú también vienes y también te haces pasajero intenta encontrar un desorden en el que hacerte el quieto.

Te quise desvestir en un sueño

Hubo hombros desnudos, transparencias, tropiezos con el cierre de tu sujetador. Deslices de tus bragas, por tus piernas, que como carreteras me condujeron en mi exceso de velocidad hasta tu fuego. Hubo corazas afuera, cicatrices cosidas a fuerza de sensualidad y desenfreno; labios carnosos de besos y besos tras otros, tras otros, tras otros, tras otros, restos de carmín y prohibición. Morbo en las orejas, y susurros pendientes como llamadas sin respuesta por motivo de ocupación inconfesable. Hubo quemarropa y prisas desleales a cualquier tipo de romanticismo inventado. Palpitaciones como arenas movedizas arrastrándonos a nuestro destino insalvable subcutáneo; y pieles y olas de calentones a las que intentar agarrarse, sin éxito, para allí permanecer. Calor, escalofríos, escándalo, tirones de pelo: "¡Dame más, vamos, que llego!" y gritos tatuados con eco en las paredes insostenibles de mi cuarto. Sábanas sonrojadas de la v

No vuelvas

Y ahora si quieres, no vuelvas. Que los versos me crecen a raudales y siembran de plenitud y de enredos los renglones de la hoja en blanco que hiciste caer en tu otoño en mi campo azul. Y ahora si quieres, no vuelvas. No marchites las raíces que sin fruto renovaron otra tierra en la que quedarse a ser. Y ahora si quieres, no vuelvas. Que tu ausencia es sólo humedad en estas líneas y ya se me han secado las lágrimas de esperar verte volver.

De cuando te (a)largas

Mi vecina de arriba es cantante de ópera y ensaya tres veces al día. En una de ellas, utilizo su voz para cubrir mi propio ruido. Esta mañana al despertar, me he asustado de mi andar de puntillas y mi espejo se ha burlado de mí, mirándome a la cara. El ascensor se ha averiado. Los dos últimos escalones del edificio me han desaparecido, e imaginaos. Los mapas me han cambiado las calles de sitio y me he cruzado con un paso de cebra, que me ha hecho sentirme prisionera de un sólo camino. En una esquina he encontrado a un tipo que vendía jacintos marrones -los jacintos marrones no existen- y he comprado un ramo para nuestro aniversario. Por la avenida mis vaqueros se han fijado en otras piernas.            Aquí llueve demasiado para que tú no estés... Me han regalado dos entradas para el cine, en el supermercado sólo quedaban filetes para dos, y también te escribo este poema en dos columnas. Las tazas de café en mi escritorio se han marchado de juerga y

Alevosía de la desnudez de un cuerpo

No sé dónde situaremos el punto de inflexión. Aquí, llega el invierno directamente y a través de tu ropa interior, tus pechos me apuntan un "arriba las manos" que lo último que conseguirá será detenerme. Entonces nos besaremos, nuestras caderas se convertirán en toboganes para nuestras ganas, no esperaremos a San Juan para hacer nuestra hoguera y nos saldrán los orgasmos por el ombligo. La velocidad media de mis caricias sorteará tus radares superando todos tus límites. Estropearemos todo nuestro pasado; nuestro retroceso irá tan rápido que podremos llamarlo metroceso -por eso de que eres de ciudad- y no encontraremos la parada en la que bajarnos. Tus gemidos serán el sonido que harán mis ganas de guardarte para siempre dándose contra un muro. Esta vez, de mi cuerpo a tu ausencia sólo habrá un clímax. Después que nadie se atreva a discutirle su importancia                                                                                  al silen

Nadie cualquiera

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Era un día cualquiera, de esos en los que deseo tanto verte y por una vez, estamos de acuerdo. La luna no la iluminaba, al contrario: ella brillaba para la luna, ¡qué demonios! Hacerla sonreír era un lujo que te rembolsaba. Y yo la miraba, y yo la miraba... Ella creía no tener ningún talento, pero su talento no consistía en tener algo sino en ser lo que era. Su acento francés era sagrado, tenía más convocatoria que una Marsellesa en el centro de París. Era un día cualquiera, de esos en los que deseaba tanto besarla y mis labios discutían sin llegar a ningún consenso. El propio Sol no podía recrear atardecer que pudiera competir con el tono anaranjado de su piel color -¿y sabor? miel, casi dorada. Y yo la miraba, y yo la miraba... Venía del Norte y tenía todo un Sur escondido en su melena habiendo en ella el carácter que tendría la libertad de ir ésta vestida. Su sonar me rasgaba colándose por todos mis puntos cardinales. Era el desliz se

Dar en la tecla

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Siempre me había preguntado lo que era el 100 % y entonces decidí ponerle unas comillas al amor para sentirme más segura de que no me explotaría en las manos sin ESC apatoria. Y sin saber dónde podía dejar abandonado este asterisco , ni dónde iba ahora a escribir de ti para que nadie se enterara; abrí un paréntesis en mi historia para poder imaginar otro Inicio : que repetiremos nuestro primer beso escuchando dol Ç ainas de fondo exclamándose para nosotras y suprimiendo el final que había sucedido. Que nos enamoraremos a 1ª vista que cruzaremos tan sólo 2 palabras y nos bastará con contar hasta 3 para llevarnos a tu cuarto a perder los 5 sentidos; que la vecina del 6º recordará el timbre de tu voz cuando no llegas a decir nada y que repetiremos lo mismo los 7 días de la semana hasta que el 8 se nos vuelque haciéndonos infinitas, nuevemente, y deje nuestro pasado a 0. Que cambiaremos el guión y que INTRO ducirás, por una vez, el plu

El día que la llevé a casa

Mis llaves revoloteaban en el bolsillo y mientras, mi alfombra ponía su textil en erección con las vistas que su falda le proporcionaban. Al entrar... El gato nos había preparado la cena, mis libros se habían puesto en su sitio como si de hacerle pasillo se tratara y ha aparecido una alfombra roja... El terremoto de sus caderas desvió incluso los marcos de mis cuadros. Lo justo para que los labios de un joven besaran por fin a su amada, bajo la lluvia. Y de uno de mis paisajes cayera una flor que regalarte. Se han formado versos con los iconos de mi nevera, la escoba y el recogedor han bailado un tango para nosotros; mi contestador ha hecho sonar todos los mensajes que mi mala conciencia me dejó -maldito cabrón- Y el lavavajillas se ha puesto en marcha para intentar lavar un poco de mi pasado, antes de ti. Mis jerseys han querido abrazarte mis espejos te dibujan corazones de vaho, mis calcetines se han emparejado solos de la envidia de vernos. Y las